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ALUNA Y EL COLIBRÍ. INVITACIÓN.

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  Escribir nunca fue una decisión, es un camino que sigo a diario sin poder apartarlo por un momento. No es una vocación como tantas, es un ruego, un asunto interior que viene conmigo desde antes de nacer, estoy segura de esto; de otra forma podría renunciar a esta necesidad, hacerme a un lado e interesarme por otras cosas. Me siento testigo, confío en la palabra que cura y reverdece los campos, creo en la poesía que se abre como un abanico para acariciar las vidas de quienes sucumben al dolor, abrazo el verso que da poder, estremece, restaura, respalda y acompaña; hablo de esa poesía que enciende la llama. Estoy aquí porque no concibo mi vida sin la escritura; reconozco a mis maestros, los ecos que antecedieron mis decires y que aún me acompañan en esta irrefrenable búsqueda. A mis maestros los hallo en la poesía que me sacude, pero también en la que me provee de formas y nuevas miradas.   A mis ellos, los sigo por su incandescencia, su ímpetu, la nobleza de sus palabras y la cla