EL ENCANTO DE LA LECTURA




EL ENCANTO DE LA LECTURA

Un niño que ha disfrutado de las mieles de la tradición oral en todo su esplendor, buscará por sí mismo a su tiempo, el canto escondido entre hojas de papel para memorizarlas y también recitar a viva voz sus deseos más hondos.

La lectura es la posibilidad de acceder a mundos de fantasía al igual que la escritura al momento de plasmar el alboroto, ambas a su manera.  Crecí amasando las palabras, inventando estrategias para decir lo que sentía de formas diferentes; explorando tanto como la imaginación me lo permitía y fue así como aprendí, que ella, la imaginación es la suma de peldaños, parpadeos, camino de regocijo donde es posible desligarse de la existencia o enredarla en hilos de magia.

Allí mismo descubrí que la fantasía es un territorio poblado de universos posibles a la luz de nuestra libertad. Es el mejor lugar para nacer a la vida, el más seguro para permanecer y el mejor espacio para habitar al amaño de nuestros sueños; uno de esos pueblos donde estamos a salvo.

Hay una realidad a la cual debemos atender cada día, una realidad vertiginosa, cambiante, a veces frívola y mordaz. Hay un mundo del cual hacemos parte, donde feriamos el destino, nos hacemos sombra o luz; un espacio donde nos hacemos camino y renacemos con una nueva invitación cada día. Pero podemos acudir a la fantasía como producto de un acto o suma de actos imaginarios, a partir del querer, de la ausencia de vitalidad que tiene lo concreto en algunas ocasiones o por el simple deseo de vivir el proceso de crear imágenes mentales y sensitivas subyacentes a la realidad, representar mapas posibles,  vivir el pensamiento desde el ingenio, proponer el ordenamiento del mundo a gusto propio,  ir más allá del canto que define al ser  y viajar a lo profundo del espíritu rebelde sin cortapisas y todo este descubrir se hace y se fortalece a través de la lectura.

Hay otro universo que se nos da a través del arte, la aventura, el sendero literario y la comunicación a viva voz, las proezas, los titanes, los sueños de las gorgonas, el poder de las arpías, la mirada de los linces y dragones; sobrenatural o no, es un respiro que permite al hombre redefinirse, no hay juzgamientos ni jamases, sólo uno decide si entrar y poblar sus jardines, salir o hacerlo suyo, aunque las visitas duren un sueño.

Una vez el niño se recrea en historias maravillosas de la tradición oral, cuentos fantásticos, mitos, leyendas de lugares propios o desconocidos; rondas, juegos de repetición, fábulas y cuentos familiares, estará listo para explorar con facilidad un abanico de posibilidades más amplio y encontrarse con los relatos épicos y epopeyas, la ciencia ficción, cuentos policiales y de terror, crónicas, aventuras y demás formas de decir y contar la vida.

 Algunos de estos niños requieren de un camino más largo, otros en cambio se internan en esquema más complejos en edades prontas dadas sus características personales y de acompañamiento familiar en los procesos de iniciación a la lectura.

Es en los libros donde se inmortalizan las leyendas, los cuentos y relatos de mil épocas. Es en el regalo de la escritura donde descansan las historias, acertijos y hechizos de antiguas guerras, los cantos de lugares entrañables donde es posible beberse lo improbable.

En los libros reposa una reserva de información a la que recurrimos en el momento indicado y se nos provee de conocimiento a granel. En los registros escriturales acampa la historia que rodea a la humanidad y pasa a ser fuente viva de liberación.

Me asombro cada día más al entender que la palabra es la voz del alma, esa palabra que lleva al despojo o esa desnudez que se posibilita a través de ella.




DE BONDADES Y OTROS VIAJES

Existen mil bondades en la lectura, hoy hablaré sobre esas lecturas, las de los cuentos infantiles, esas que llevan al niño al mundo de fantasía, al sentir, generar empatía con los personajes que encuentra en su camino, crear afinidades, disfrutar, reír, acompañarse, viajar de improvisto, sentir crujir las hojas y desvestirse de sensibilidad.  La lectura de cuentos infantiles incrementa el buen humor, da reposo, agudiza los sentidos, genera lazos afectivos que redundan en el comportamiento social real, se tejen ideas, nuevos conceptos y conjeturas.  

La lectura de relatos oscuros, cuentos tradicionales, de hadas y ritos poéticos, libera las tensiones, expande el universo creativo, activa los sentidos dada la riqueza de elementos sensoriales que puede encontrar el lector u oyente; alivia el cansancio, hace vida el encuentro con los antepasados y no hay afrenta contra lo absurdo.  A través de este acercamiento lector, se promueve el diálogo desde adentro, el silencio, el disfrute de lo simple; soñar, sincronizar con el mundo de lo no-creíble.  La lectura de cuentos infantiles fortalece la imaginación, de otro lado, la lectura poética proporciona encuentros con otros seres interiores e ilumina el camino. 

La lectura en todas sus posibilidades nos recuerda que hay un mundo que desconocemos, nos permite generar nuevas motivaciones, un espacio donde se reconoce la capacidad de condolerse, considerar al otro, soltar los miedos y acoger de nuevo el eco de otros tiempos y si escribir es la forma de concretar el pensamiento, la lectura es el encuentro con el ser íntimo que quiere brotar.

A través de los libros el lector crea, se encuentra en el mundo de la ilusión, corre el riesgo de quedar atrapado en las palabras y sus sabores, las formas, las imprecisiones, las informalidades, los fonemas con carácter indómito y la mágica posibilidad de vivir por encima de toda duda y desconcierto.

El niño que lee descubre una polifonía de letras y danza con ellas, se hace uno en su capacidad de asombro, se descubre más intuitivo y su esquema de comprensión del mundo se hace inmenso; hace comparaciones, vibra, se revela en una composición propia del mundo donde quiere habitar y a él va cuando su realidad no es suficiente lugar para estar o se duele en él.

BEBIENDO DE LA ESCRITURA

La escritura como soporte de la memoria a través de la historia nos hace lectores.    La oralidad dadas sus características, es menos confiable, pero es el árbol madre donde se acuna la literatura y las demás formas de conocimiento universal. Aunque el ejercicio escritural es a veces un campo de entrenamiento, vale la pena adentrarse en él siempre que sea un camino de libertades.  Gracias a los seres de letras tenemos la fortuna de reconocernos en otros momentos pasados, presentes y futuros que nos llevan a pensar que la magia sí existe.

Me gusta pensar en la posibilidad de volver al papel, escudriñar en las cartillas con lecciones de amor, pasar las hojas una a una y mirar a veces, cuántas faltan para terminar y descubrir la verdad.

Mi idea romántica nunca morirá porque los libros tienen el olor que nos remonta a las épocas de nacer y morir; se dejan acariciar, los abres, los cierras, en ellos se guardan secretos subrayados entre renglones, los mimas, viven entre mochilas de viajes y tienen un ser particular; sin embargo, no importa la herramienta utilizada para acceder a la palabra escrita, hay un devenir histórico que nos llama y las manos de un ser que se hace voz y eco para que otros lleguen.

El ejercicio de la escritura está marcado por la bondad y la lectura por la curiosidad. La escritura es una vocación y la lectura un viaje. Ambas son lo que la otra en un intercambio de necesidades y deseos; son el sendero y el encuentro.



Tomado de: A VIVA VOZ
Claudia Patricia Arbeláez Henao
Colombia


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