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Mostrando entradas de agosto, 2015

SIGUIENDO EL CAMINO. DE MIS POEMAS AZULES

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  Llegar será fácil sólo tienes que leer las señales seguir aquellos caminos que se esconden a tu paso beberte la geografía que se dispone mientras avanzas. Déjate sorprender por los abismos allí está el verdadero origen de este viaje te indican el lugar la morada el fin. Llegar será fácil atravesarás ríos, lagos y mares, dolores, historias y peñascos, te bañarás en lluvia y las gotas de rocío humedecerán tus huellas. Escucha la voz del bosque esa que se columpia entre pinos y eucaliptos sentirás palpitar el secreto. A lo lejos verás la luz titilante camina lento y silencioso toca suave verás cómo se abre la gran puerta y en frente encontrarás el eterno túnel. Aquieta tu alma y entra sigiloso, tal vez reviente la aurora aún no amanece y deberás regresar a casa.

RENUNCIAS

No más sueños dirimidos Quiero recogerme en una palabra para ser pronunciada como una promesa, como una súplica o ser elevada desde el silencio. Si. Es así como quiero que me pronuncies con la verdad de tus labios con la expresión de tus ojos con la fuerza de tu canto. Si. Es así como busco que me acojas en tu seno como el nido al ave que cruza el cielo en tardes de lluvia en noches de insomnio. Acércate un poco más. Tomado de: MANUAL PARA VER LLOVER

COSECHAS DE OTROS CAMPOS

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Dejas de lado el trigal de siempre te envuelves en el sopor de una nueva siembra. Flores frescas caerán sobre tus pies desentrañarás el perfume alboral del campo y a tu paso temblará la tierra. Harás la colecta. El ámbar del fruto inesperado reventará en tu almohada se rendirán ante ti  los ciruelos y se devanecerán los pastos. Después, cuando caiga la tarde el campo quedará deshabitado y sin semillas. Tomado de: MANUAL PARA VER LLOVER

TENENCIAS. DE MIS POEMAS AZULES

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Tengo un poema delirante mariposeando en mi cintura socavando mis entrañas. Tengo un poema con el olor del jazmín merodeando entre  líneas. Tengo mil versos jadeantes ensartados en mi garganta a  un respiro de hacerse espuma. Tengo un poema indomable que busca ser leído, acariciado atravesado. Tengo un poema azulado a punto de reventar.

LA MUSA

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Rizos de marfil  plegados sobre sus perlados hombros. Blanca inmediata quieta. Tallada dedo a dedo, palmo a palmo hasta sus más preciadas cúspides. Sus senos pálidos y lisos acostumbrados a las tinieblas a la caricia de la llovizna y al rayo que se dibuja en ellos, en el fondo sonoros y resonantes. Cintura de agudos quejidos. El pájaro azul la habita. Se anida en su corona de laurel la única que permanece tibia, no muere. Musa lánguida estremecida. Fundida en un remanso de silencios, con la mirada puesta en el cielo y las manos extendidas donde las aves se acicalan y retozan los miedos. Manos que retienen las cálidas antorchas que iluminan el valle de los muertos. Cada noche viene el hombre a mirarla se incorpora en sus ojos de piedra y bebe de su boca helada los cantos más aguerridos y olvidados. Prendido en sus piernas duerme... duerme la abraza se hace blanco y al amanecer vuelve h

OFRENDAS (AL AMADO)

OFRENDAS Bienvenido a mi morada sombra o luz sonido, voz, piel. Ven y sígueme. Sírveme y bébeme ahora que es posible dormir bajo el amparo de un nuevo techo. Tengo un espacio limpio asienta tu canto en él. II Hambre de tu piel tengo hoy cuando ya nada parece probable. Tengo sed. III El hombre vino hasta mi tumba, reposó y al caer la noche resucitó de entre mi muerte. IV Te llevaré plegado en el espíritu de mis recuerdos por los siglos de los siglos. Así sea. V Desearía fundirme en tu mirada profética y sublime que me lleva al borde de la demencia pero aún no puedo descifrar tus fascinantes misterios tus vagos pecados; aún no logro acercarme al abismo de tu desnudez. Tomado de: DEJACIONES

EN SILENCIO

A mi edad lo he vivido todo pero de tus noches solo reconozco el color que nos separa. La humedad me descubre mujer una vez más cuando te arranco para que vengas pero desconoces la fuerza de mi llamado no lo adviertes, sigues inquietando mis tardes y me provocas a beber tus sueños tan distante tan ajeno. No intuyes el alcance de mi  plateada presencia aunque te dueles con mis quebrantos y me prestas tus vientre para mucho llorar. Presa de tantos vicios de lo cierto y lo incierto de aquellos momentos de incertidumbre que abren las puertas de un nuevo amor. Una vieja esperanza se detuvo en el tic tac que cuelga de la pared viaje del cual parece imposible regresar. Tu voz perturba mi esperanza la luz que brota de tus ojos hace demoledor mi juego forcejeo con las palabras sugerentes y emotivas que se desbordan aunque no para mí. Dadivosa mirada que me esclaviza. A mi edad la misma pero con más heridas marcada por la

ESTRATEGIA

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ESTRATEGIA Puedo pedir al cuerpo que no diga, no haga, no bese pero al alma… ¿Qué se puede pedir al alma  cuando una dulce presencia nos sorprende con su azul aroma? Necesito entonteces el lenguaje para ocultarme desbordarme sin promesas   tan solo ver el día que nace  y la noche que regresa incansable   para recordarme insistente  que no tengo el permiso para soltarme y aunque mi cuerpo se debilita minuto a minuto   no hay más que una posibilidad, amarrarme a tu abrazo que un instante parece infinito; eterna fantasía. Y al final, cuando las horas se agoten estaré limpia, habré encontrado el sosiego. Escribir tan lento y ancho poema es tan solo una estrategia, con él quiero detener gota a gota el tiempo para que no se acabe y así en cada pausa escurrirme en tu vientre etéreo; débil cuerpo dispuesto a la guerra. Te haces cascada para purificar mi figura, me haces lienzo y me pierdo en un color que perpetúa esta fuerte plegaria;  

Primera parte. De las casas de mi infancia. VECINDARIOS.

Hablar de las casas de mi infancia me produce gran nostalgia, aunque tenga de ellas los mejores recuerdos.  Cerrar los ojos me permite viajar, adentrarme en ellas, recorrerlas como si fuera ayer pese al tiempo que ha pasado; escuchar las voces, ver a los abuelos y reproducir algunas andanzas que aún permaneces plegadas en el alma. Las casas de mi infancia guardan un olor especial; es difícil recordar cada uno,  pero en un intento por revivir mi niñez, llega el hervor de las legumbres expandiéndose por todo el lugar y desde luego el olor de la avena caliente con canela. Tuve varias casas, una de ellas era grande, con misteriosos zaguanes y pasadizos, puertas grises y anchas que se cerraban con candados, era la casa de los abuelos maternos, pero ahora  la defino como la casa del prócer. La otra casa será recordada por sus cortinas, la gran ventana que daba a la calle por donde se veía pasar la vida, los rosales de la abuela y las historias que quedaron en sus rincones.

DE LA INFANCIA Y OTROS OLORES O LAS CASAS DE MI INFANCIA.

LA CASA DE CAMPO La casa de campo huele a Navidad, fiesta, charcos, tomateras, animales y aromas propios de la libertad.  La casa de campo era una prolongación de la casa del prócer, los abuelos maternos unos día acá, otros allá, la gran familia de un lugar a otro, habitando dos mansiones a la vez. En la finca veo al abuelo desgranando maíz y acariciando los fríjoles; la abuela hacía el chocolate y lo servía en la mesa. La cocina, la reina de los sabores era el espacio del encuentro, por una de sus ventanitas se vía la cima de la montaña, por la otra la pieza de atrás, donde se veían las altas vigas de donde colgaba el maíz. Siempre me asustaban  los cocuyos, no salía sola al patio mientras estuviera oscuro, temía a los rayos de luz que entraban a la casa por ese pequeño hueco de la ventana, no sabía de qué se trataba y pensaba que tal vez era un extraño visitante o un espanto; siempre quise atraparla y al intentarlo se perdía entre mis dedos. También creía en los