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Mostrando entradas de abril, 2016

LAMENTOS SOPRANOS.

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LAMENTOS SOPRANOS Las olas del mar se envuelven aplauden fluye de las aguas con su cuerpo cubierto de velos blancos.             La espuma acaricia sus piernas, su cabello solfea entre corrientes de aire. Lamentos sopranos se fecundan en su garganta acompañados por un violín inalcanzable, perpetuo y triste. Todas las tardes cuando cae el sol renace de nuevo, es la mujer de los lamentos sopranos. Su voz recorre la costa. Se hace eco, es eterna llega a oídos de pescadores, atarrayas y dioses. Hombres de todas las alturas vienen a escucharla, algunos la han visto libre entre olas que cascabelean unas entre otras, fuertes, altivas y grises.             Poco a poco             se ve desaparecer. Dicen que es hija de la luna por su canto. Tomado de: SOLSTICIO Claudia Patricia Arbeláez Henao Colombia

MANOS

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MANOS Tus manos silvestres, blancas, hechas nubes exploran cada uno de mis callejones como alas suaves plumas capaces de sostener el mundo y alojarse por siempre en mi espíritu. Tus manos el delirio plenas de susurros donde los poemas tienen su morada manos de amor y sanación hechas para el reposo después de ser forzadas a la lucha inclemente de tiempos pasados Manos que celebran la existencia con la caricia ante la piel esquiva manos que alivian manos cálidas, de deseo y espuma lirios y mudanzas. Manos que elevan y silencian la voz con su alcance iluminadas y bordadas con estrellas puente a la devoción manos menguantes, de arrullos manos en satín donde se acunan las pasiones manos que hacen que brote en lluvia renazca la esperanza y se sobrecoja mi piel al ser tocada. Claudia Patricia Arbeláez Henao Tomado de: DE MIS POEMAS AZULES Colombia

SUEÑO DE AGOSTO

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SUEÑO DE AGOSTO Tenía una casa grande y bella, las paredes eran  acuarios de diferentes azules y verdes, entre ellos  una gran ventana que se abría ante la fría ciudad.   Al lado derecho de la cama descansaba un pequeño mar;  cientos de plantas colgaban del techo y se enredaban  entre objetos, macetas y cristales. Llevaba una vida tranquila, sin precipitaciones y desengaños,  sólo una imagen volaba entre los seres incrédulos que  pasaban por allí.  Durante el día, el vientre de la mujer  crecía de una forma desbordante y quienes escudriñaban  tras las puertas semiabiertas, descubrían al anochecer  el mismo vientre totalmente liso. Nadie podía explicar el mundo fecundo de aquella extraña  mujer y cada día crecían las dudas entre los habitantes  de la ciudad, mientras tanto, ella, la de largos y rizados  cabellos, limpiaba la casa, caía agua de más y las baldosas  parecían ríos. El vientre de tantas dudas crecía con la luz del sol y 

PASTORES Y OVEJAS.

PASTORES Y OVEJAS Soñó que nevaba.  Hojas multicolores caían del cielo, pero al tocar la hierba  se hacían diminutas bolas de nieve. El círculo dorado se peinaba los cabellos dejando caer  innumerables hilos que acariciaban los tallos floridos de  aquel breve tiempo, mientras se cubrían con el manto blanco  que el señor de los inviernos bordaba después del otoño. El pastor cocía cintas azules que luego acomodaba de una forma  sutil  en el cuello de sus ovejas para no confundirlas con la nieve.   En verano las cintas eran amarillas; ovejas y cintas para cada  época. La pastoril sonrisa se enredaba en el color del viento,  el hombre se sentaba junto al rebaño a cantar viejas y  nuevas canciones, arrullando una estación que sólo  existía en su memoria. Tomado de: SUEÑOS PARA UN BUEN DORMIR Claudia Patricia Arbeláez Henao Colombia