REENCUENTRO
Pasaba las tardes
bajo un florido árbol de siete cueros, depositando su
adultez sobre la grama, escribiendo como una forma de expiar sus culpas,
siguiendo sigilosamente el crujir de las hojas secas; presintiendo la caída
del sol una vez más.
adultez sobre la grama, escribiendo como una forma de expiar sus culpas,
siguiendo sigilosamente el crujir de las hojas secas; presintiendo la caída
del sol una vez más.
Allí estaba como
otros días, llenando las manos de historias aromáticas
y diversas para no sentir
la vergüenza de caminar por el mundo con las
manos totalmente deshabitadas.
manos totalmente deshabitadas.
Una de aquellas
tardes cuando trataba de memorizar los colores del aire,
descubrió que se había
extraviado. ¡Pobre hombre! Se entretuvo
tanto
que perdió el sentido del tiempo, se puso de pie de prisa y
se buscó cerca al arroyo, detrás del junco, en el atado de leña,
pero no se encontró. Seguramente se había perdido en el matiz
de un pensamiento y por caminar tan distraído no lo había notado.
que perdió el sentido del tiempo, se puso de pie de prisa y
se buscó cerca al arroyo, detrás del junco, en el atado de leña,
pero no se encontró. Seguramente se había perdido en el matiz
de un pensamiento y por caminar tan distraído no lo había notado.
Continuó su búsqueda
incansable y al no tener siquiera una huella
reveladora de sus andanzas,
confundió sus pasos y palabras; estaba
temeroso de que algún ser de la selva lo llevara hasta donde nadie
pudiera verlo.
temeroso de que algún ser de la selva lo llevara hasta donde nadie
pudiera verlo.
Caminaba
insistentemente detrás de todo rastro, pero nunca se le
ocurrió pensar que tal
vez estaba atascado en algún libro,
en un renglón, una imagen de la niñez o una canción de amo
en un renglón, una imagen de la niñez o una canción de amo
La noche ya le
arropaba el cansancio y las dudas, las luciérnagas
no lo desamparaban y junto a él, hacían la vigilia de siempre.
no lo desamparaban y junto a él, hacían la vigilia de siempre.
El sueño comenzó a
cubrirle los ojos, los párpados luchaban por
no cerrarse y deshabitar la
espera, sin embargo la fuerza los venció.
Esta vez cayó
desmayado, depositó su adultez sobre un jardín de rosas,
tulipanes, crisálidas
y novios. Fue tanto el encanto que los poros
de
su piel se abrieron de par en par y se dejó infiltrar por los perfumes
que danzaban entre el pasto. Fue así como miles de tallos y seres
de la tierra rompieron su cuerpo; las flores atravesaron sus entrañas
y convirtiéndose en un nuevo ser silvestre, hizo parte del bello jardín.
Los pájaros tomaban
su polen y las mariposas acariciaban su nuevo y esbelto cuerpo.
su piel se abrieron de par en par y se dejó infiltrar por los perfumes
que danzaban entre el pasto. Fue así como miles de tallos y seres
de la tierra rompieron su cuerpo; las flores atravesaron sus entrañas
y convirtiéndose en un nuevo ser silvestre, hizo parte del bello jardín.
Los pájaros tomaban
su polen y las mariposas acariciaban su nuevo y esbelto cuerpo.
El sereno de la
noche le refrescó el vientre, sus cabellos se enraizaron y
crecieron como
hierba nueva, los rayos de la luna le iluminaron los ojos
y las pupilas se bañaron de gloria.
y las pupilas se bañaron de gloria.
El espíritu de la
selva seguía haciendo lo suyo; extraviando hombres y
mujeres de todas las
tallas. Esta vez el hombre no tuvo miedo
y
sin comprender lo que pasaba, el sentirse nido y tierra lo tranquilizaba.
sin comprender lo que pasaba, el sentirse nido y tierra lo tranquilizaba.
Al día siguiente una
mujer que pasaba por allí, quiso tomar un ramillete
de flores para llevar a
casa, se sintió atraída por las fragancias y
al acercarse para olfatear un poco, quedó perpleja al ver semejante
arreglo floral con forma humana tendida sobre la verde alfombra.
Miró al cielo, se estremeció tanto que hasta los ángeles
se sintieron conmovidos. Tomó agua de su cántaro y regó
aquel pedazo de universo hasta humedecerlo por completo.
al acercarse para olfatear un poco, quedó perpleja al ver semejante
arreglo floral con forma humana tendida sobre la verde alfombra.
Miró al cielo, se estremeció tanto que hasta los ángeles
se sintieron conmovidos. Tomó agua de su cántaro y regó
aquel pedazo de universo hasta humedecerlo por completo.
El corazón del
hombre que no había perdido su esencia,
miró hacia lo alto al sentir aquel
líquido metiéndose entre
sus granjas y vio cómo resplandecía la figura de una bella jardinera,
diosa nunca antes vista.
sus granjas y vio cómo resplandecía la figura de una bella jardinera,
diosa nunca antes vista.
Ella palideció al
sentirse observada por aquella inmensa creación,
la que poco a poco se
transformaba ante sus ojos en un ave más
del ancho firmamento. La corteza terrestre abría sus puertas y las
flores se ensanchaban para que el ser de las búsquedas cambiara
sus raíces por extensas alas.
del ancho firmamento. La corteza terrestre abría sus puertas y las
flores se ensanchaban para que el ser de las búsquedas cambiara
sus raíces por extensas alas.
Esta vez, el cisne
alargó su cuello, extendió su plumaje, levantó el vuelo
y partió a otras
tierras. En ese mismo momento, la diosa
del cántaro
se fundía en la tierra tomando su lugar, fecundando nuevos girasoles
y margaritas.
se fundía en la tierra tomando su lugar, fecundando nuevos girasoles
y margaritas.
De esta manera, el
cisne comprendió que en realidad nunca
estuvo perdido, sólo necesitaba mudar de
piel para renovar sus estancias.
(2000)
(2000)
Muy bueno, Claudia, me gustó el contenido y cómo esta armado.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias Humberto. Tu mirada es muy valiosa para mi.
EliminarInteresante relato
ResponderEliminarMe llevo de la mano hacia el escenario.
Muy lindo