Aparte de: A MANERA DE INVITACIÓN
Vivir
la literatura es una acción que nos une y nos acerca más a la tierra y a los
sabores del mundo circundante, sin límites ni medidas.
En
medio de este abrazo infinito, el escritor predice la muerte, el poeta nos
desfigura con sus versos hasta caer rendidos y nos envuelve en su manto
arrullador. Es inevitable ignorar este olor gratificante que se riega por los
aires de un amanecer a principios de siglo.
La idea de volver atrás, recitar viejos poemas junto al café y
embriagarnos de música, es tal vez la reafirmación de nuestras remotas y nuevas
compañías.
No
podemos desconocer el perfume del encanto y renunciar a las frases que se
juntan bajo un árbol de dudas y alegrías.
Es oportuno enderezar nuestra mirada y volver a las hadas, los duendes,
los hombres de la selva y de los montes hombres que se posan junto a las
ventanas, princesas de tiempos lejanos que visitan nuestros cuartos y príncipes
que vienen con los labios frescos para besar la tarde.
Todo
es posible porque desde pequeños y por siempre hemos sabido de las manzanas,
los cabellos dorados, las noches tormentosas, los espejos que hablan, los seres
del bosque y las zapatillas luminosas.
Es hora de recobrar el mejor sabor, las mieles de la niñez, el
maravillarse sin miedo, sin que sea tarde.
Este,
amigo mío, es un llamado a la lectura de pasajes hasta ahora irreconocidos,
abandonados abruptamente en hojas sueltas y olvidadas, revivir los encuentros
de otros días, pintar de nuevo castillos y explorar mares, vestir los trajes
con lentejuelas y canutillos, morder aquella manzana y quedar dormidos sobre la
estepa.
Esta
es una invitación al disfrute de lo poco, de lo mucho, de los cuentos que
abogan por nuevos capítulos de un libro abierto y ponderoso, lleno de sabiduría
y expresión creativa; una invitación a
la exploración de nuevos lenguajes conforme a los deseos de nuevas y antiguas
generaciones.
Releamos
esta historia de guerreros, defensores de la tierra prometida, bienhechores,
sembradores constantes y granjeros en el campo de las palabras, que con sus
manos grandes, virtuosas y llenas de alfabetos dan a luz frescos cantares, hombres y mujeres que se deshacen entre
lenguas, versos y enigmas para secundar sus acciones y mudanzas.
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