CUANDO ME HAGO POESÍA.
Desde
que nace la mañana sólo puedo pensarme en versos, palabras, frases, conjuros,
sortilegios, canciones, brebajes y pócimas poéticas porque un poema siempre
será un camino de sanación.
Me
leo y me veo azul, empuñando siempre una imagen enraizada en letras, haciendo
telares con promesas de viejos cantadores y ojos peregrinos a la espera de la
noche en cualquier fortaleza o callejón.
Me
leo entre embrujos medievales, edades prontas y antiguas, viejos romances que
coquetean entre sí y se acercan para ser desposados bajo la luna.
Me
leo entre lenguas que no comprendo, líricas de otros tiempos y serenatas en un
pacto de esperanza por la vida.
La
poesía te acoge, enciende tus fuegos y aunque no tiene respuestas, deambula
entre promesas, altera tu razón, te anuncia el principio y a veces el fin, es
confidente y fiel en lo inconfesable; con ella secreteamos.
Despertar
un día sin esos azules y las sonrisas que hemos visto nacer, a los cuales hemos
dado a luz sería la muerte. Deambular
entre fantasmas, comas, signos en redondo, finales felices o matizados por el
delirio, es la forma imprecisa de matar la esperanza; por eso escribo entre
olas, espumas y un poco de infiernos acogidos por la fe.
No es mucho lo que puedo decir de un poema nacido
del alma, tan sólo escribo porque así lo
dicta mi espíritu entrañable y lo quiere la vida, de lo contrario estaría en
otro lugar llenándome de imágenes tal vez, menos humanas.
Cuando me hago poesía traigo como bandera bodas de
mil sueños en satín, avisos en neón,
coronas de laurel, coreografías de letras, cánticos, confesiones, declaraciones
domésticas, refranes, adagios y cunas llenas de sábanas para cubrir un nuevo
amanecer.
Cuando me hago poesía me siento lista, escapo, se
levantan los candelabros y me dan paso al mundo, se levanta el haikú dorado,
los provenzales hacen su fiesta y caigo presa del embrujo.
La necesidad de decir algunas cosas se hace cada
vez más intensa y aunque a veces me escapo y me interno en otros paisajes, la
palabra una vez más escarba en mi corazón y se hace fuego; no existe entonces
otra manera de refrescar mi piel y escribo.
Escribo poesía porque hacerlo es cooperar con la humanidad en
la
construcción de aquellos mundos posibles de los
que se habla en otros
espacios, valiéndose de la imaginación, la capacidad del retorno, de la llegada y el abandono
de
las cosas frívolas y simples hasta reconocer la profundidad de la existencia. Quiero que sepas que
quien escribe
poesía
puede fácilmente apropiarse de todo
lo que existe sin límites.
Escribo porque sí,
porque no, porque tal vez, por si de pronto; por el amor, la tristeza, el
desasosiego y la ilusión
de traerte de nuevo.
Tomado de: LAS PALABRAS Y YO
Claudia Patricia Arbeláez Henao
Colombia
Claudita, tu eres hermosa poesia....."Cuando me hago poesia traigo como bandera bodas de mil suenos en satin,...." que bello.
ResponderEliminarValoro inmensamente que me ofrezcas tu tiempo, ya sabes que este camino de escritura es un poco solitario ya que no hay muchos lectores en el medio. Bendiciones a ti y a tu familia.
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