¿POR QUÉ LEO? Cuarta parte
He estado en medio
del amor sin detener el tiempo y avisar que en
lugar de un suave vino, hay
veneno, he presenciado las despedidas
bañadas por el dolor, reconozco el origen
de algunos pecados, he asistido
a citas de dos y me he ruborizado al ver la
pasión nacer entre húmedas
sábanas, he llevado luto por tragedias que no pude
evitar, he vivido de
mil formas las historias más cortas y las que han
sobrevivido a
través de los siglos.
Me descubro en
escrituras de otros tiempos, como si alguien me hubiera
soñado, bailo en
espiral buscando energías curativas, la danza de
la vida me recuerda las noches
en rituales cuando aún no había nacido.
Me he llenado de
brillos frente al rapsoda lleno de luceros que recita
a su amaño los desvelos,
oscuridades y descubrires después de tanto caminar.
He conjugado
cientos de verbos junto a los recitadores y oyentes
que llegan seducidos por
los pregones de amor y guerra de hombres y
dioses. Todo esto gracias a mi caracolear
entre libros de hojas hondas
y profundas que llegaban a casa, sin importar si
eran breviarios
antiguos, diccionarios incompletos u hojas sueltas que se
acomodaban
en cuadernos ajenos.
Llegan los aedos
cantando las hazañas de mil horas fuera de casa,
las peripecias heroicas y los
trinos de los pájaros que avisan la
tempestad; ellos enfrentan al dragón de
fuego, aquel que quiere
matar la palabra, pero insisten a paso de mensajes,
liturgias de
amor que luego serán luz en distantes pergaminos. Mensajeros que
vuelan a paso de relatos mientras mis oídos encallan en
cualquier playa para
escuchar. Y yo, presta al aviso, que no llegue
el hechicero y apague la luz.
Una que otra
hazaña ha balbuceado cerca, las he vivido como certeras,
cercanas y muy mías,
como si fuera cómplice de cada movimiento,
aunque nunca me hubiera alejado de
la silla donde me esperaba un libro
abierto, para ser una vez más poseído y
habitado.
Tomado de: LAS PALABRAS Y YO
Claudia Patricia Arbeláez Henao
Colombia
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