Ficha número 12. RECOBRANDO EL VALOR DE LA PALABRA
Para muchos la palabra ha sido la flecha que se lanza
y nunca regresa, ha representado la maldición, el hechizo y el engaño. Para otros, la palabra no alcanza a definir
las cosas más inquietantes del universo, sus enigmas y secretos. Es verdad que la palabra es poca para
expresar las sensaciones que surgen de la muerte y el dolor; sin embargo, por
tiempos también ha servido de conjuro, llamado, súplica, plegaria y
oración. Es la palabra la que permite
engrandecer el ritual, los momentos, las festividades y las caminatas de los
hombres que cruzan senderos en noches de luna llena. La palabra reúne, alivia el llanto de los
niños, alienta, acerca a los habitantes de unos y otros poblados sin importar
la distancia; además es un espejo.
Hay palabras que calman el dolor, la ira y el
desasosiego; otras sirven como estimulantes de la creatividad, la locura y la
alegría en hombres y mujeres de cualquier credo. La palabra es un remedio en horas de soledad,
un aliciente en estados de zozobra o inapetencia, un abanico en tardes de
sofoco.
La palabra es utilizada por el chamán, el sacerdote,
el gurú, el maestro, el sabio y las parteras para curar, dar tranquilidad y
ayudar a creer en nuevos arroyos para saciar la sed; es sanación, fuente de
gracias, puente entre la realidad y la imaginación, el presente y el futuro, el
más allá y las paredes que separan nuestras casas.
La palabra importa cuando deja de ser simplemente una
forma de comunicación para convertirse en una luz, una fuerza unificadora y
atrayente. Con la palabra seducimos,
realizamos sueños y afianzamos antiguos sentimientos entre los mortales; por la
palabra se recuerda al amigo y al que se ha ido corriendo a la eternidad. Por la palabra se conoce al verdugo, al ángel
o al confidente, al sabio, al necio o al rufián, al artista o al señor de las
canciones tristes.
Gracias a la palabra las cartas tienen respuesta, los
libros se tocan, los descubrimientos vuelan hacia otras primaveras, los
mensajes sobrepasan el infinito y las plegarias llegan a oídos de los dioses.
Claudia Patricia Arbeláez Henao
Actividad
Producción textual
Lo que fue y será
Siguiendo con
el proceso de producción textual, haremos un ejercicio similar al anterior,
esta vez con frases acerca de cosas que pudieron suceder o que tal vez
sucederán.
La última vez que fui al campo.
Cuando sea grande quiero...
Si yo fuera marinero (a)...
Cuando esté frente a la persona
que más admiro, le diré...
Si fuera carpintero (a)...
Si tuviera una casa en la
playa...
Si pudiera cambiar el mundo...
A través de
esta forma de expresión, el poeta busca causar impacto en el lector mientras lo
induce a descubrir el mensaje oculto.
Juega con las palabras hasta lograr la estética, la musicalidad y la
fuerza que necesita para llegar a los demás.
El poeta
explora las emociones, los deseos, las desdichas y los sueños del ser humano,
utilizando un lenguaje íntimo que sale del alma para devolverle al mundo lo que
pudo leer en él. Paradójicamente, aún
combatiendo entre el dolor y la alegría, puede lograr placer en quien lee, ya
sea por las imágenes, las formas y los versos con los cuales se identifica.
El género
poético permite que el poeta exalte las emociones de manera clara, haciendo
alusión a ellas, precisamente a través de las palabras y de los versos, de una
manera artística y creativa. Tiene la habilidad para captar el momento y
llevarlo a la máxima expresión poética.
Cuando el
hombre puede sorprenderse ante las cosas triviales, sencillas, grandes o
pequeñas, profundas o elementales de la vida y las reconoce a través de la
palabra, puede pensar que una parte de sí,
siente como un poeta.
Leer poesía es
un camino a través del universo de la belleza, la palabra y los sentidos. La poesía te permite jugar con la
imaginación, encantar y hechizar, por esto leer este tipo de textos es la
oportunidad de hacerte atemporal, vivir en universos jamás poblados y viajar a
través de las imágenes.
Quien lee
poesía puede navegar, condolerse con el universo, propiciar un diálogo interior,
mirarse, confrontarse y explicar el mundo como le es dado. Leer poesía es una oportunidad para
establecer relaciones con los otros, consigo mismo y con la creación.
¿POR QUÉ ESCRIBIR POESÍA?
Escribir poesía
es cooperar con la humanidad en la construcción de aquellos mundos posibles de
los que se habla en otros espacios, valiéndose de la imaginación, la capacidad
del retorno, de la llegada y el abandono de las cosas frívolas y simples hasta
reconocer la profundidad de la existencia.
Quien escribe poesía puede fácilmente apropiarse de todo lo que existe
sin límites.
Tomado de: EXPLORACIÓN LITERARIA
Claudia Patricia Arebeláez Henao

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