PODER

Cuentan los maestros del decir y el maldecir que algunos hombres han caído sobre la grama, tendidos y sudorosos al escuchar palabras cargadas de magia, se contorsionan y botan espuma por la boca y la nariz. La palabra tiene poder – pregonan; sana, embruja, enreda, da la vida o asesina, se entierra como una daga en el corazón o un leño ardiente entre la piel.

Los curanderos entonan ensalmos, desatan nudos, descosen las puntadas que se han hecho a paso de luces, dicen y desdicen sobre los reverdecidos campos bajo los truenos en noches de una tregua llena de lamentos, pero hay una brecha invisible que desconocen entre cada eslabón, sin embargo, con una antorcha en cada mano siguen buscando la cura para tanto maleficio que rueda libre e indeseado carcomiendo los sembrados y descansando en los fangos renegridos de una esperanza que no alcanza.


 FE


Se escuchan a lo lejos eternas castañuelas batidas entre zapateos cruzando alamedas y corredores sin fin. Asoman prestas a la conquista de nuevos trinos y danzas para no morir de soledad cuando la vida haya cobrado la última deuda.

La época de dioses y titanes ya pasó, un embrión de poemas se centra en el útero hilvanando senderos para cuando brote en un camino de nunca regreso, sea fácil acampar en ese mundo sombrío y ensordecedor del cual le han hablado antes de nacer quienes no tuvieron oídos para escuchar y ojos para ver los colores que retozaban en medio de la oscuridad.

Esquirlas pinceladas de sangre llegan al hospedaje donde permanecen los espíritus abatidos por las penas. ¡Hay tanto tormento allí cerca!

Otros buscan atravesar el inmenso pórtico abandonado para escapar de tanto ruido y lamento agolpado en las paredes queriendo salir y hacer posesión de cualquier cuerpo como pretexto y reencarnar, pero ellos saben de otras bocas que, si se quedan, permanecerán presos en abarrotadas callejuelas donde el tránsito poético sería imposible y las noches de amar, una promesa sólo para el cielo.

Todos luchan y renuncian, aunque esto les signifique la muerte algún día, prefieren abandonar el mundo con un poema en la garganta y el amor prendido en la piel.


ENSOÑACIONES


Escucho antiguos rezos y hechizos en una sola voz, credos colgados del árbol que da a mi ventana.

Es media noche ya.

A lo lejos el respiro de la cascada y el canto de las aves nocturnas y yo muda viendo en el perchero tanta banalidad aglomerada, aguardando vestir aquellos cuerpos que dormitan suspendidos en medio de tanto olvido, los veo siguiendo la huella de la luz que se filtra por la gran ventana.

Intuyo a lo lejos la casa de techo pajizo, los pasos caprichosos de la muerte que amenazan con su presencia.

Parece ser la última noche. Hace frío, retumba el galope de los caballos, su fiesta de cabriolas y el eco de las primeras voces acolitando un sueño.


 EL HOMBRE


Es el hombre. Lo supe cuando se irguió lento, diluyendo sus pasos poco a poco hacia mí. Ya el tiempo había triturado los segundos y fustigado el corazón con tangos y boleros; era él, no importaba el silencio ni la soledad. Lo reconocí por su olor a brisa matutina, madreselva y la suavidad su respiro.

Es el hombre –pensé. Venía con sus dedos recogidos entre telares que arrullan la densa neblina, haciendo figuras, entrecruzando hilos como una vez en la infancia, ahora no era una forma de descubrir el mundo, sino de encontrar los nudos, desatarlos y volar.


 HALLAZGO


Venía el hombre entre pinos con su vestido arrastrado por el suelo, su barba en ventisca buscando la voz del druida para que le explicara el origen de sus penas y miedos y presagiara el futuro de lo que quedaba en sus huellas arenosas, no temía saber la verdad ni servirse de su sabiduría ancestral para obedecer a la palabra sagrada que inspiraba su paso allende.


 AL ENCUENTRO

Hay un territorio profético hecho a pulso de fantasías, donde es posible el ágape y el encuentro con los pasados, las aves en bandada hacen su danza y el corazón aturdido espera descansar después de tantos pasos esquivos.


HOMBRES DE FE

Los viejos creyentes llegan en un carruaje tirado por odas y relatos que se han hecho a paso de noches peregrinas. Con la mirada impasible y las pisadas firmes desmiembran la palabra; la cantan, la recitan, la repiten, la hacen suya como sus ancestros. No olvidan la lección: no se turban, sacan de sus mochilas un pensamiento o una caricia urdida. Abren sus viejos manuscritos y algunos papiros buscando en ellos sables de mil brillos para defender el castillo; no importa si está en ruinas, aún se puede sentir el calor del abedul, los cardos en torrentes, las rondas de los niños, la voz de la anciana llamando al orden y la chimenea humeante después de escuchar la voz del pregonero.


Textos tomados de: A VIVA VOZ

Claudia Patricia Arbeláez Henao.

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