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  “La geopoesía” como una práctica amorosa debería hacer parte del ritual diario, es la apuesta a una reflexión donde se busca la unidad consigo mismo a través de la lúdica de la palabra, el vínculo con el palpitar de la tierra, la mirada del universo y en mi caso particular, la voz de la Divinidad que se revela en su creación y me conduce a ella. Este proceso se asemeja a los lazos espirituales y se abre a la Providencia como camino desde el reconocimiento del verbo en su naturaleza inaprehensible pero plena de vida.  La unidad entre la poesía de las montañas y los mares, la cuna donde se mece el origen y el sendero señalado por los maestros, propician la conexión con el mundo inaccesible desde la corporeidad no como fin último y abrazan más bien el cuerpo como puente para llegar a esa epifanía que nos espera cuando se ha cruzado el umbral. Procurar el contacto físico y sensible con aquello que no se toca, con las cosas inmateriales y aquellas que se aprehenden desde la vivenci

DAME EL ALIENTO

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    Dame tiempo para grabar en mis memorias, las cosas que no se desvanecen con el paso del reloj    - esos paisajes sonoros donde se han hecho penitentes, los pasos llévame al campanario donde guarecen los gritos de la ciudad y se ve el asfalto, no para contemplar su rudeza, lo haré para beber el coraje de los cedros que se sostienen a lo lejos. Dejaré que las campanas anuncien la hora del silencio y yo, irreprimible, escaparé absuelta en medio del fuego que se expande asiré los poemas con mi calor, como venganza y me resguardaré tras el roble mientras descansan las almas. Pero ¿qué sabes tú de heridas, cicatrices y llanto, sino has atravesado el infierno y sus múltiples laberintos enredados entre espinas? ¿Qué sabes de tú de enfados sino has sentido el hervor pútrido del desconsuelo y no has visto el rostro cadavérico de la desesperanza? Después del holocausto encontrarás entonces el silencio colgado de un violín o los versos atrapados en un maizal, ambos a la espera de u

POR EL DERECHO A DECIR

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  POR EL DERECHO A DECIR     Te invito a escribir la historia desde adentro, desde tus simientes, silencios, ecos, fatigas, pero, sobre todo, desde la esperanza. Permite que las cerillas que te encienden se pronuncien a través del fuego que alimenta el leño y fustiga la sombra.   Cada palabra abraza un color, un aroma, una textura y un sonido, por eso el verso encierra un código emotivo que permite nombrar la sed, el dolor y la ira cuando el grito no alcanza.   Y si la palabra es paz y verdugo, en el silencio reconocemos las fugas de luz y de oscuridad entre los hombres; entonces ¿cómo comprender el alcance de la palabra justa o el mérito en el silencio encorsetado, cuando ambos son principio y fin?   Dime ahora ¿Qué hacer mientras deja de sangrar la herida?   Te silencias frente al precipicio o escribes para exorcizar los demonios o unirte a ellos en un mismo clamor.     La libélula teje con hilos de sangre los agravios, el olor de la carne ya putrefacta se asienta,

EL SENDERO DEL BÚHO

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  INVITACIÓN   “La geopoesía” como una práctica amorosa debería hacer parte del ritual diario, es la apuesta a una reflexión donde se busca la unidad consigo mismo a través de la lúdica de la palabra, el vínculo con el palpitar de la tierra, la mirada del universo y en mi caso particular, la voz de la Divinidad que se revela en su creación y me conduce a ella. Este proceso se asemeja a los lazos espirituales y se abre a la Providencia como camino desde el reconocimiento del verbo en su naturaleza inaprehensible pero plena de vida.   La unidad entre la poesía de las montañas y los mares, la cuna donde se mece el origen y el sendero señalado por los maestros, propician la conexión con el mundo inaccesible desde la corporeidad no como fin último y abrazan más bien el cuerpo como puente para llegar a esa epifanía que nos espera cuando se ha cruzado el umbral. Procurar el contacto físico y sensible con aquello que no se toca, con las cosas inmateriales y aquellas que se aprehenden

EL SENDERO DEL BÚHO

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Devano los hilos en mis manos miles de pájaros marcan mi vuelo esperan mi tiempo y hacen nido mientras me desmorono, veo un huerto estéril en la luna vestigios de un paraíso que solo existió en mi memoria innombrable.                                                    Quien no ha sido sorprendido por su sombra no conoce su grandeza no sabe de la magia contenida en su grito.   Algún día – es una expresión sin color con hambre y sed.       Un minuto de silencio por quienes ya murieron sin advertirlo y siguen caminado desposeídos, desalmados sin valor y fuerza Me detengo en los ríos que guardan historias porque también son cementerios gritan las almas en pena y se escuchan como rugidos indolente tierra que bulle, un cuerpo más en el alfiletero. MUROS   Pasaba las tardes leyendo las lápidas y buscando historias interminables trataba de adivinar un epitafio que me reflejara.   SUSURROS   Cuando froté la lámpara que estaba suspendida en el árbol, s