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Mostrando entradas de mayo, 2016
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PASTORES Y OVEJAS Soñó que nevaba.  Hojas multicolores caían del cielo, pero al tocar  la hierba se hacían diminutas bolas de nieve. El círculo dorado se peinaba los cabellos dejando caer  innumerables hilos que acariciaban los tallos floridos  de aquel breve tiempo, mientras se cubrían con el manto  blanco que el señor de los inviernos bordaba después  del otoño. El pastor cocía cintas azules que luego acomodaba de una  forma sutil en el cuello de sus ovejas para no confundirlas  con la nieve.  En verano las cintas eran amarillas;  ovejas y cintas para cada época. La pastoril sonrisa se enredaba en el color del viento,  el hombre se sentaba junto al rebaño a cantar viejas  y nuevas canciones, arrullando una estación que sólo  existía en su memoria. Tomado de: SUEÑOS PARA UN BUEN DORMIR Claudia Patricia Arbeláez Henao Colombia

NIÑEZ

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  NIÑEZ En lo alto de la cascada brotan plumas de oro, bajan  libres ondeándose entrecruzadas por los rayos del sol. Infinitas descansan sobre la rivera. Sus ojos de niño lo han visto todo desde aquella tarde.  La hora está dada, escapa de su rancho para ver caer la lluvia dorada y florecer estelas de diamantes que chispean sobre las aguas. El riachuelo se hace espejo, brillos serenan los manantiales y se clavan en lo ancho del mar. Sabe que en algún lugar otro ser como él, visita cascadas, ríos y océanos. Cuando la tarde se apaga corre el potro salvaje y sus manos infantiles recogen las hojas amarillas que como racimos de uvas cayeron desde el cielo. No pierde la fe, a veces piensa que son migajas de oro que escapan de lo alto para enriquecer sus días pueriles.  De cualquier manera espera no crecer lo suficiente como para olvidar sus tempranos sueños. Tomado de: SUEÑOS PARA UN BUEN DORMIR Claudia Patricia Arbeláez Henao Colombia

UNO DE ESOS

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UNO DE ESOS Dame un abrazo de esos que hacen crujir los huesos dan paz purgan la tristeza aniquilan el dolor el desasosiego. Dame un abrazo que dure un silencio eterno se meta entre mis anchuras anide en mi carne uno que se clave en mis vértebras y se pasee por mis venas mezclando la sangre misma. Dame un abrazo que huela a mar me haga ceniza  no importa si es el último valdrá la pena haber venido hasta aquí. Pon tus labios en los míos déjalos cerca y quietos regálame tu aliento toma mi mano enrédate en mis dedos pósate en mis piernas apriétame lento mira cómo se apura mi corazón desvalido. Destierra este miedo con tu caricia mientras te respiro camina descalzo sobre mis certezas corazonadas y marcas de azules en mis noches de mucho soñar Suéltame luego despacio para que tu humanidad entera se quede gravitando en mi piel hasta el fin de los tiempos Más allá en el Nirvana florecido nos e