EN SILENCIO
A mi edad lo he vivido todo
pero de tus noches
solo reconozco el color
que nos separa.
La humedad me descubre
mujer una vez más
cuando te arranco
para que vengas
pero desconoces la
fuerza de mi llamado
no lo adviertes,
sigues inquietando mis
tardes
y me provocas a beber
tus sueños
tan distante
tan ajeno.
No intuyes el alcance
de mi plateada presencia
aunque te dueles con
mis quebrantos
y me prestas tus
vientre para mucho llorar.
Presa de tantos vicios
de lo cierto y lo
incierto
de aquellos momentos de
incertidumbre
que abren las puertas
de un nuevo amor.
Una
vieja esperanza se detuvo
en el
tic tac que cuelga de la pared
viaje
del cual parece imposible regresar.
Tu voz
perturba mi esperanza
la luz
que brota de tus ojos hace demoledor mi juego
forcejeo
con las palabras sugerentes y emotivas que se desbordan
aunque
no para mí.
Dadivosa
mirada que me esclaviza.
A mi
edad
la
misma
pero
con más heridas
marcada
por la culpa
por un
pecado
en un
abismo insondable.
Sentir
que a mi años
ha
fallado el destino
que el camino elegido
un día
es
ahora la cara oscura.
Tratando
de justificar mi desvío
buscando
razones en las ausencias del elegido
hombre
que se amó
y deja
ahora una vez más
espacios
para la duda.
Cuánto
pesa este atardecer a veces inmóvil
árido,
que busca el arroyo justo para refrescarse
el
pasto en el cual extender el abrazo
el
junco para esconder el rostro después de amar
crepúsculo
para eternizar las líneas que se forman en mi cara.
He
pasado el tiempo tratando de inventar nuevas estrategias
para
enamorar una vez más al elegido
una a
una
estrategia
de amor
estrategia
de perdón
de
tanto querer
de
tanto esperar.
¿Quién
cobrará mi deuda?
A
final, se vive en sueño de quimera
hago
repetidas pausas con el pretexto de volar, me permito soñar saqueando el baúl secreto
donde descansa el olor de tu cabello y regreso como si nada para preguntarme
frente al espejo si será en vano tanto delirio.
Sigo
desgastando lo que queda de mi sensatez,
echando a perder mis días tras las dunas de mi existencia para disimular mis
arrebatos pero el viento me delata y
aunque apele a mis razones, no será
suficiente con mostrar uno a uno mis abrojos, suplicios y penas.
No hay
visos de un perdón mientras siga amasando
la gloria de tus palabras.
Tomado de: A PULSO DE MUJER
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