A UN SUSPIRO - PERSECUCIÓN




A UN SUSPIRO

 

Cosas esas que me conectan con la vida

yo busco entre cristales

las guardo en mi equipaje

las amo, acaricio

baño, peino, abrazo

y que no escapen de mi vista.

 

Cosas esas que me conectan con la vida

atesoro como brillos

abrigo en mis memorias

nunca dejaré que huyan

y me dejen a la deriva.

 

Esas

cosas esas

el canto de mi abuela mientras cosía

su amor por las flores,

los cuentos, los cuidados de mi madre,

el aroma de los árboles cuando se agitan

la voz del viento

el verde cristalizado en mis montañas

las olas efímeras y el carrusel de hojas en el camino.

 

Cosas esas son el olor de las frutas

las insistentes hierbas

los libros y devocionarios bajo la escalera

en aquel cuarto oscuro que olía a sepelio

la pequeña abuela arrodillada

que cepillaba y sacaba brillo a la postrada madera.

 

El maíz que se desgranaba en la tarde

la sopa en la leña cuando de niñas

jugábamos a preparar la cena

los corrales, las verduras maduras sobre la grama

los baños en las quebradas

el canto insospechado de los pájaros

y la compañía de mis hermanos.

 

Cosas esas que me conectan con la vida

la sonrisa de mi hijo

el beso de mi amado

el respiro de mis padres

el paso de los amigos

los caminos cerezados de las postales

los albores pasados que resuenan

los escuderos de versos a mi lado

la lluvia de estrellas que colapsa mi ventana

la mirada plácida de mis amores peludos

cada regalo en la piel contenido

y la fortuna de vivir en azules la vida.

 

 

Versan los mensajeros:

-       Quien pierde el sentido cálido de la palabra que unifica y la fuerza del espíritu escondido entre las agujas del reloj, se da por vencido y de su vida no queda sino una voz huérfana que linda con la muerte aún antes de terminado el camino.

 

PERSECUCIÓN

 

Me llaman

los pasos que huelen a canela

las bocas que piden besos sin decirlo

los labios que dan a luz sonrisas

los ojos que encienden miradas

y los brazos extendidos.

 

Me llaman lo versos simples

el sol que emerge en el silencio de la mañana 

el baúl de las abuelas

el canto de la amatista

y la vegetación que alfombra los ríos.

 

Las canciones campesinas, ancestrales y

de espíritu marino

que bordean mi memoria,

las historias de brujas y hechiceros rebeldes

los guerreros y enviados de la noche

y los paisajes que huelen a tiempo.


Esos modos sin grafías

poemas que reparan daños

mujeres de cosecha limpia

niños que ruedan por pendientes

y hombres que vuelan siempre

después de cultivar la tierra,

esos seres me llaman.

 

Me llaman los lugares frescos

voy tras ellos

sin premura

busco el día entre vapores

el café y el primer asomo del paisaje

el camino de herradura

que llevaba al pueblo más cercano,

los lirios de agua que flotan a merced de la magia

las lenguas insepultas que se conservan en los bestiarios.

 

Voy y vengo entre respiros serpenteantes

las lecciones de los más viejos

las tarjetas sobre la mesa

y los recuerdos detrás de los cuadros

más dorados.

 

Allí quiero estar

donde las flores invitan

los naranjos provocan con su gesto

las cascadas se desvisten para

ser enamoradas

y los ríos cascabelean contra las predicciones de sequía y soledad. 


Claudia Patricia Arbeláez Henao

Tomado de: Aluna y el colibrí

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