LAS BRUJAS DE URANIA
LAS
BRUJAS DE URANIA
Mujeres
de vida nocturna como le habían enseñado,
impertinentes a veces, dueñas de
múltiples lenguas ya en decadencia y voces legendarias, cantaban alborozadas
mientras cosían, retrotraían las almas
más antiguas y jugaban con ellas como bolas de cristal hasta una nueva orden.
Guardaban los hilos y las lanas en grandes cuencos y los escondían de los
hombres tras las farolas del cerezo que descansaban en el patio de atrás.
Nadia
podía saber el origen de los espíritus y gracias a su afán de ubicuidad, podían
señalar el espacio y el día justo de su penuria.
Me
habló mucho de las damas de fuego, cantó con ellas noches enteras y a pesar de
su paciencia para que entendiera, nunca
pude ver cómo las brujas de Urania pasaban las noches desatando los nudos para
atarlos de nuevo al amanecer; ella decía, que era mejor ver este espectáculo
que quedarse sentada esperando la voz de un príncipe que la amara de verdad.
Primero porque los príncipes siempre morían antes de tiempo, unos en la
guerra y otros en el lecho; segundo
porque la verdad era relativa.
El sendero del búho
Claudia Patricia Arbeláez Henao
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