YO SOY LAS EDADES DE MI ABUELO




A veces soy María, la nieta.

 

A veces soy Lucía, la hija.

 

 

A veces tengo 5 años, otras veces 15 y otras veces 40.

 

 

Cuando tengo 40, mi abuelo es quien habla. Me pregunta por la abuela, cuántos hijos tengo y dónde vivo.


Cuando tengo 5, traigo mis muñecas, mis carritos, peluches y bloques de armar para jugar. 


A mi abuelo le encanta jugar.

 

Cuando tengo 15, soy yo, esa es mi edad.

 

Tengo un maletín lleno de edades y recuerdos para compartir con mi abuelo.

 

Cuando me mira, yo espero con paciencia.

 

Si me saluda con ojos de abuelo, entonces me ofrece chocolates.

 

Cuando me saluda con ojos de padre, me pregunta cosas de grandes.

 

A veces saca su caja de herramientas y me explica cómo funciona cada una.  Otras veces me pregunta por su piyama azul y su ruana gris.

 

Algunas tardes abro el maletín y saco mis libros para leer junto a él, vemos los álbumes, le recuerdo todos los nombres de la familia y otros días, por la mañana me acompaña en su silla de ruedas, a regar el jardín.


Me gusta estar con mi abuelo porque tiene un recuerdo para cada edad y me hace sentir como si las tuviera todas.

 

Hace poco me confundió con la abuela, debe ser porque usé su perfume y me dijo que era hermosa. Yo sonreí y lo abracé.

 

Ha pasado el tiempo, ahora no habla, no juega conmigo, abre sus ojos a raticos, pero yo lo amo igual. En casa hacemos silencio para no despertarlo.

 

Lo abrazo, lo cobijo con una calurosa manta, canto sus canciones favoritas y le cuento mil historias.

 

Mi madre me dice que le ponga en la radio sus programas favoritos.

 

Mi padre le acomoda la almohada y le pone los zapatos para acercarlo al balcón cuando la tarde está soleada.

 

Mi hermana mayor le prepara su colada y le pone su babero de estrellas para darle de comer.

 

Mis padres no dicen nada, pero nosotras sabemos que en cualquier momento se irá. 

Recuerdo que un día, cuando aún hablaba, me dijo que la abuela lo estaba esperando en un jardín lleno de rosas.


Espero estar ahí cuando cierre sus ojos, para ayudarle a partir. Soy la única en saber cómo quiere viajar, es que soy su confidente.

 

Mi abuelo me confesó un día que quería salir de casa muy perfumado y con su cabello bien cepillado para que, al llegar al jardín, la abuela supiera que era él.


La verdad, el abuelo lleva muchos años preparándose para este encuentro y aunque lloraremos su ausencia, estaremos felices de haber compartido con él, tantas edades y recuerdos.

 

Aunque mi abuelo se vaya, siempre estará en nuestros corazones.

 

Mis papás dicen que está bien llorar, extrañar y equivocarse al decir el nombre de quien ya no está, pero que debemos ayudar con nuestro amor para que las personas, así como el abuelo, encuentren pronto su añorado jardín, una vez cierren sus ojos para siempre.

 


Claudia Patricia Arbeláez Henao

Colombia

 

Comentarios

  1. Me has sacado unas cuantas lágrimas.. pero es suprema mente hermoso 👏

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  2. Respuestas
    1. Gracias por tu lectura. Espero que algún día lo podamos compartir con los niños que estén pasando por una situación más o menos parecida. Saludos en esta noche fresca.

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  3. Ahí está la nieta que nunca ha dejado de ser la niña del abuelo, por más edad
    es que tenga,

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