LA MUSA
Rizos de marfil
plegados sobre sus perlados hombros.
Blanca
inmediata
quieta.
Tallada dedo a dedo,
palmo a palmo
hasta sus más preciadas cúspides.
Sus senos
pálidos y lisos
acostumbrados a las tinieblas
a la caricia de la llovizna
y al rayo que se dibuja en ellos,
en el fondo
sonoros y resonantes.
Cintura de agudos quejidos.
El pájaro azul la habita.
Se anida en su corona de laurel
la única que permanece tibia,
no muere.
Musa
lánguida estremecida.
Fundida en un remanso de silencios,
con la mirada puesta en el cielo
y las manos extendidas
donde las aves se acicalan
y retozan los miedos.
Manos que retienen
las cálidas antorchas
que iluminan el valle de los muertos.
Cada noche
viene el hombre a mirarla
se incorpora en sus ojos de piedra
y bebe de su boca helada
los cantos más aguerridos y olvidados.
Prendido en sus piernas
duerme... duerme
la abraza
se hace blanco
y al amanecer
vuelve hacia la tumba.
Tomado de: DEJACIONES
Claudia Patricia Arbeláez Henao
Colombia
Gracias por permitirnos sumergirnos,en estas aguas sensibles de tu poesia,y percibir la cadencia de tu creacion Literaria!
ResponderEliminarGracias a ti por sumergirte en ellas, valoro inmensamente tu tiempo.
EliminarGracias a ti por sumergirte en ellas, valoro inmensamente tu tiempo.
EliminarGracias a ti por sumergirte en ellas, valoro inmensamente tu tiempo.
EliminarEs una visión de dioses que se aman en unas noches con amaneceres espléndidos
ResponderEliminarGracias por compartirlo
La vida y la muerte.
EliminarGracias por tus ojos puestos en este poema.
La vida y la muerte.
EliminarGracias por tus ojos puestos en este poema.
escribes bello
ResponderEliminarGracias por tu percepción . Este es un camino en el cual... después de entrar ya no quieres salir. Gratitud.
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