RECOBRANDO EL VALOR DE LA PALABRA
RECOBRANDO EL VALOR DE LA
PALABRA
Para
muchos la palabra ha sido la flecha que se lanza y nunca regresa, ha
representado la maldición, el hechizo y el engaño. Para otros, la palabra no alcanza a definir
las cosas más inquietantes del universo, sus enigmas y secretos. Es verdad que la palabra es poco para
expresar las sensaciones que surgen de la muerte y el dolor; sin embargo, por
tiempos también ha servido de conjuro, llamado, súplica, plegaria y
oración. Es la palabra la que permite
engrandecer el ritual, los momentos, las festividades y las caminatas de los
hombres que cruzan senderos en noches de luna llena. La palabra reúne, alivia el llanto de los
niños, alienta, acerca a los habitantes de unos y otros poblados sin importar
la distancia; además es un espejo.
Hay
palabras que calman el dolor, la ira y el desasosiego. Otras sirven como
estimulantes de la creatividad, la locura y la alegría en hombres y mujeres de
cualquier credo. La palabra es un
remedio en horas de soledad, un aliciente en estados de zozobra o inapetencia,
un abanico en tardes de sofoco.
La
palabra es utilizada por el chamán, el sacerdote, el gurú, el maestro, el sabio
y las parteras para curar, dar tranquilidad y ayudar a creer en nuevos arroyos
para saciar la sed. Es sanación, fuente
de gracias; puente entre la realidad y la imaginación, el presente y el futuro,
el más allá y las paredes que separan nuestras casas.
La
palabra importa cuando deja de ser simplemente una forma de comunicación para
convertirse en una luz, una fuerza unificadora y atrayente. Con la palabra seducimos, realizamos sueños y
afianzamos antiguos sentimientos entre los mortales. Por la palabra se recuerda al amigo y al que
se ha ido corriendo a la eternidad.
Por
la palabra se conoce al verdugo, al ángel o al confidente, al sabio, al necio o
al rufián, al artista o al señor de las canciones tristes.
Gracias
a la palabra las cartas tienen respuesta, los libros se tocan, los
descubrimientos vuelan hacia otras primaveras, los mensajes sobrepasan el
infinito y las plegarias llegan a oídos de los dioses.
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